Inestabilidad etíope: entre problemas en la vecindad y conflictos étnico

Por Luis Wagner

Entender Etiopía implica, necesariamente, una comprensión cabal de su complejo entramado étnico, ya que la distribución de recursos, la implementación de políticas y las principales grietas siguen claros lineamientos en torno a ello que llegan a dividir al Congreso.

Los Tigray son quienes han liderado el país desde 1991 en alianza con dos etnias más. Sin embargo, en 2018 y producto de una serie de protestas étnicas, Abiy Ahmed irrumpió en la escena política etíope, convirtiéndose en primer ministro. Los años de crecimiento económico no bastaron para cubrir los excesos de la etnia Tigray. 

La liberación de presos políticos y la constante arenga de los valores democráticos en sus discursos llenaron de esperanzas a los etíopes. En apenas meses, Abiy logró la paz con Eritrea, luego de una cruenta guerra que duró más de dos décadas: estas negociaciones le valieron, ni más ni menos, que el mismísimo Premio Nobel de la Paz.

Una vez en el poder, Abiy Ahmed, un joven dirigente proveniente de la etnia Oromo desplegó una amplia serie de medidas destinadas a solucionar una crisis política que se había extendido a lo largo de los años.

Al frente del Partido de la Prosperidad (PP), Abiy ha intentado llevar adelante la reforma política tan demandada por la población en general. Sin embargo, en la actualidad, la estabilidad del PP se ve comprometida por dos frentes: uno externo y otro interno.

Por un lado, las tensiones provocadas por la construcción de una represa en la cuenca del Nilo ha enemistado al país con Egipto y Sudán, puesto que la política desarrollista etíope colisiona con el inminente daño ambiental en la zona y, por supuesto, la influencia egipcia sobre el río. Este punto ha sido motivo de un tenso debate en los últimos años y aún no puede vislumbrarse un desenlace claro.

En cuanto al frente interno, cabe mencionar que Ahmed ha intentado desmantelar los vestigios de poder de los Tigray (que llevaban gobernando el país por casi tres décadas) lo que, lógicamente, ha traído consigo una escalada incontrolable en los niveles de violencia contra el gobierno federal.

El proyecto institucional de Abiy se encuentra en una difícil encrucijada: el inevitable costo en sangre de su defensa se convierte entonces en una decisión más que estratégica.

La Grand Ethiopian Renaissance Dam 

En 2011, el gobierno etíope decidió comenzar la construcción de una represa hidroeléctrica sobre el Nilo Azul, un importante brazo del río africano, cerca de la frontera con Sudán, al noreste del país. Proyectada para ser la más importante del continente, la represa se inserta en un ambicioso plan de modernización económica nacional que, una vez funcionando, generaría suficiente energía como para abastecer al 60% de la población. La obra cobra aún más importancia en un país como Etiopía, donde aproximadamente 6 de cada 10 hogares no tiene una conexión a la red eléctrica. Además, la capacidad de generación de la represa permitiría la exportación de energía a países vecinos, fortaleciendo así un punto clave para el desarrollo económico y la infraestructura energética, indispensables para el crecimiento etíope.

La construcción ha avanzado notablemente en estos últimos años y actualmente está atravesando sus etapas finales, que consiste en el llenado del lago que suministra el agua a la represa. Sin embargo, desde sus orígenes, la GERD ha sido objeto de múltiples críticas de los países que comparten la cuenca del Nilo. El principal opositor al proyecto es El Cairo, quien en los últimos meses ha sido apoyado por Sudán. Los tres países dependen y dependieron históricamente del mítico río, tanto para el consumo de agua como para la irrigación de los suelos. Egipto, por ejemplo, depende casi exclusivamente de sus aguas para hidratar a su población.

Es importante remarcar que lo que se discute no es la construcción de la GERD per se, si no la administración conjunta de los flujos fluviales de la represa. Aquí, el desarrollismo etíope colisiona con la estabilidad ambiental de Sudán y Egipto, que comparten las costas del Nilo Azul. El Cairo argumenta que en el hipotético caso de potenciales sequías, una administración exclusiva de la GERD por parte de Etiopía podría no permitir la apertura en tiempo y forma de las compuertas, reduciendo dramáticamente el caudal y generando un desabastecimiento de agua en los paises río abajo. Además, los intereses egipcios van en sintonía con su objetivo de reforzar su influencia hegemónica sobre la cuenca del Nilo, no de perderla.

Sudán por su parte toma una postura algo ambivalente. En primera instancia, se mostró abierta a la propuesta. Una represa como la GERD no sólo proveería energía barata y limpia, sino que regularía los cambiantes flujos del Nilo. La represa mantendría, en situaciones normales, un caudal continuo que mitigaría las inundaciones periódicas que aquejan, por ejemplo, a Khartouml. No obstante, la principal reserva de Sudán reside en sus propias represas y diques; en este caso, las alteraciones en los caudales provocadas por la GERD podrían debilitar estas precarias estructuras y provocar una catástrofe. Este punto ha sido central para el cambio de postura de Khartoum a la hora de las negociaciones.

Por todo esto, Sudán y Egipto intentan limitar la discrecionalidad de Addis Ababa sobre el caudal que pasa por la represa. Lo que se exige son caudales mínimos acordados entre las tres partes y períodos de llenado del reservorio que alimenta a la GERD más prolongados. Sin embargo, múltiples estudios de campo dudan del impacto ambiental de la GERD. El abastecimiento de agua a Egipto sólo se vería afectado en condiciones de sequía extrema y prolongada.   

Etiopía ha continuado con el proyecto y a principios de mes anunció otro importante paso hacia la inminente puesta en marcha de la Grand Ethiopian Renaissance Dam. Actualmente, el proyecto está en una segunda fase del proceso de llenado. El proceso es natural e inevitable, ya que utiliza las precipitaciones -muy abundantes en esta época- para aumentar el agua almacenada.

El anuncio provocó el enfado de Egipto y Sudán, quienes se sintieron traicionados ya que en las negociaciones periódicas, se había decidido no continuar con el proceso hasta que no se acordara entre las partes el caudal mínimo. En este sentido, el proceso de llenado es una señal que activa las alarmas de El Cairo y Khartoum. Este último episodio ha marcado un repunte en las tensiones. El presidente sudanés, en diálogo con la CNN, argumentó que el rol de la Unión Africana es activo, mas no suficiente, ya que a principios de 2021 las estériles reuniones de las delegaciones de los tres paises en Kinshasa llevaron a Sudán y a Egipto a elevar esta disputa al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ambos países presionan para que la comunidad internacional intervenga en el caso, sin embargo, la resolución del conflicto puede no estar cerca.

En definitiva, a pesar de que El Cairo se aferre a la pantalla de defensa ambiental que se explicó antes, la postura de Egipto intenta, principalmente, no perder su influencia hegemónica sobre la cuenca del Nilo. En un balance costo-beneficio, un proyecto de las dimensiones de la GERD tiene un saldo ampliamente positivo. No sólo el impacto ambiental es bajo, sino que iluminará a gran parte de África Subsahariana, donde menos del 40% de los hogares tiene electricidad.  

Conflicto con Tigray

La llegada al poder de Abiy Ahmed marcó un duro revés a la avasallante influencia de los Tigray sobre la política del país, luego de más de 30 años en el poder. El joven primer ministro pudo prescindir del poder Tigray para formar su coalición de gobierno. La región del norte, poseedora de una poderosa milicia provincial, vió como el nuevo gobierno limitaba todas sus capacidades de influencia. Los Tigray poco a poco vieron cómo eran desplazados de altos mandos militares, de ministerios y del debate público. El camino a la democracia no es nada fácil y más aún cuando las débiles instituciones democráticas son presionadas desde múltiples flancos.

» La abrupta apertura del juego democrático permitió que demandas irreconciliables de diferentes poblaciones pujen por prevalecer «

Las tensiones entre el gobierno federal y la región de los Tigray alcanzaron el clímax en septiembre del año pasado. Abiy Ahmed había prometido elecciones abiertas en 2020, pero decidió suspenderlas por la pandemia y la falta de información acerca de la población. En un país tan pobre y poblado como Etiopía, los censos son una tarea difícil, sin embargo, son fundamentales para elecciones abiertas competitivas. Ante la incapacidad de llevar a cabo un censo durante la pandemia, Abiy Ahmed decidió postergar las elecciones hasta junio de 2021.

La postergación sentó muy mal en Tigray, quienes rápidamente acusaron a Ahmed de convertirse en un tirano e intentar perpetuarse en el poder. Gebremichael, el presidente del Killiot Tigray, decidió seguir adelante con los comicios en una clara señal contestataria al poder de Abiy. El gobierno central recortó fondos federales a Tigray, para disuadir su posición. Sin embargo, lejos de cambiar de postura, esas elecciones se celebraron. Como se sospechaba, los comicios fueron, cuanto menos, dudosos. El oficialismo, representado por antiguos dirigentes del TPLF, obtuvo más del 95% de los votos. 

Esta tensa situación explotó en noviembre de 2020, cuando se declaró el estado de emergencia por seis meses en Tigray. El desencadenante fue un confuso incidente en un cuartel del ejército federal en el norte de Etiopía, donde las fuentes nacionales sostienen que milicias de Tigray atacaron los polvorines en busca de armas y municiones. El gobierno nacional respondió con puño de acero; las tropas federales con el apoyo aéreo arrasaron con las milicias Tigray. En tan solo tres semanas las fuerzas de Abiy ya habían capturado Mekele. Las víctimas del conflicto ascendieron a varios miles, pero la cuestión humanitaria fue lo más preocupante. En apenas seis meses, más de un millón y medio de personas fueron desplazadas a causa del conflicto. El hambre, la violencia, las trabas a la ayuda humanitaria y las acusaciones cruzadas de cruentas ejecuciones dispararon las alertas de Naciones Unidas y gran parte de la Comunidad Internacional.   

Además del ataque armado, el gobierno federal cortó rápidamente las vías de acceso a la región y las telecomunicaciones luego de decretado el estado de emergencia. Estas múltiples medidas de fuerza tomadas por Ahmed han manchado su imagen pacífica y su crédito internacional.  

Mekele permaneció bajo control de Addis Ababa hasta junio de este año, cuando el TPLF volvió a capturar la capital. Sin embargo, el gobierno federal decidió un cese al fuego unilateral, ante las presiones de la comunidad internacional y los propios Tigray. El cese al fuego permitirá el ingreso de ayuda humanitaria, que fue detenida por algunos meses, y también permitirá cierta regularización en la temporada de cosecha, que comienza en esta época. Sin embargo, la situación sigue tensa y los Tigray siguen mostrándose reticentes a ceder sus cuotas de poder.   

La abrupta apertura del juego democrático permitió que demandas irreconciliables de diferentes poblaciones pujen por prevalecer. Los ambiciosos planes de Abiy Ahmed han encontrado ciertas dificultades, las cuales debe solucionar a través de «palos y zanahorias». Al plano nacional, se le suma la tensión internacional, cuya solución necesitará de la cooperación entre las tres partes, distribuyendo costos equitativamente. 

En conclusión, el conflicto con los Tigray es una de las pruebas más difíciles para Abiy Ahmed en su ambicioso proceso de liberalización y modernización política etíope. En aparatos institucionales débiles como el etíope, los excesos de un presidente son siempre una tentación y es responsabilidad de Abiy respetar las reglas del juego que él mismo impulsó. Los múltiples actores de veto seguirán poniendo palos en la rueda y el gobierno central deberá manejar un fino balance entre usar la fuerza, aceptar los reclamos y ceder, al menos en partes, su poder… siempre y cuando retenerlo cueste lo que cuesta en sangre de inocentes.

Luis Wagner es estudiante de RRII en la Universidad de San Andrés. Contacto: wagnerl@udesa.edu.ar 

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