Joe Biden y su sueño americano

Por Laura Aldabó

“STOP THE COUNT!”. Así protestó el actual presidente norteamericano Donald Trump cuando el recuento de votos por correo empezó a mostrar un resultado desfavorable en las elecciones del 3 de noviembre. Vía Twitter, Trump no solo hacía saber al mundo que no estaba conforme con los resultados que los medios de comunicación estaban anunciando, sino que acusaba de fraude al sistema electoral norteameticano.

A pesar de la crisis sanitaria y las restricciones de movimiento, las elecciones del 3 de noviembre de 2020 fueron las elecciones con mayor participación de la historia, haciendo de Donald Trump y Joe Biden los candidatos republicano y demócrata (respectivamente) los más votados. 

Dada la situación de pandemia, muchos ciudadanos votaron por correo, lo que alargó el recuento de votos. Joe Biden había estado animando a la población a votar por correo para así minimizar el contacto entre personas, mientras que Trump, por su parte, dedicó muchos esfuerzos a criminalizar el servicio postal del país. El mandatario declaró que “el voto por correo conduciría a un fraude electoral masivo y a unas elecciones amañadas” dado que crearía una situación de descontrol y podría, supuestamente, facilitar la intervención de potencias extranjeras. No obstante, existe gran cantidad de evidencia que muestra que la votación por correo ha estado casi completamente libre de fraude a lo largo de décadas. Parece ser que, en un intento desesperado por mantener la presidencia, el actual presidente usó una campaña de desinformación, difundiendo información falsa, creyendo que esto aumentaría sus posibilidades de ser reelegido. 

Sin embargo, el sábado 7 de noviembre, después de 4 días de incertidumbre y acusaciones,  y tras una remontada importante gracias al voto por correo, Joe Biden se proclamaba presidente electo del país norteamericano, tal y como las encuestas venían prediciendo. Aunque las encuestas no predijeron, cuáles serían los estados que llevarían Biden a la victoria. 

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos se rigen por un sistema indirecto, en el que los miembros del llamado Colegio Electoral son los que, al final, eligen el presidente y vicepresidente. Cada estado tiene asignado un número de miembros del Colegio Electoral en función de su población, con un total de 538, que votarán por el candidato con más votos en su estado. Dado este sistema, es mucho más relevante ganar en muchos estados que ganar en votos totales. En las elecciones de 2016, por ejemplo, Hillary Clinton ganó el voto popular obteniendo casi 3 millones de votos más que Trump, pero éste obtuvo más votos del colegio electoral.

«Dada la situación de pandemia, muchos ciudadanos votaron por correo, lo que alargó el recuento de votos. Joe Biden había estado animando a la población a votar por correo mientras que Trump, por su parte, dedicó muchos esfuerzos a criminalizar el servicio postal del país»

En este contexto, la clave de estas elecciones fueron los llamados “Swing States”, o “estados bisagra” en español. Estos son estados en los que, a diferencia de Tejas o Nueva York, ningún partido puede asegurarse una victoria clara de antemano. Históricamente, estos estados han ido oscilando entre el voto demócrata y el voto republicano. 

En las elecciones de 2020, el partido republicano se hizo con los estados bisagra de Florida, Iowa, Ohio y Carolina del Norte, con 29, 6, 18 y 15 miembros del Colegio Electoral, respectivamente. El partido demócrata, por otro lado, fue el ganador en los estados de Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, con 11, 16, 16, 6, 20 y 10 miembros, respectivamente. 

Como un niño pequeño que no puede aceptar una derrota en un juego, Donald Trump se negó a aceptar su fracaso. A través de Twitter, afirmó que el software utilizado para contar los votos “le robó decenas de millones de votos a favor de Biden” ya que era “horrible, incorrecto y nada seguro”. Además, demandó los estados de Pensilvania, Michigan, Nevada y Georgia, sin prueba alguna, acusándolos de fraude electoral. Pocos días más tarde, todas sus demandas fueron desestimadas. Asimismo, solicitó y financió personalmente el recuento de votos en Wisconsin (lo que le costó la módica suma 3 millones de dólares), que resultó con 87 votos más para Joe Biden. 

Finalmente, dada la falta de pruebas y la desestimación de todas sus denuncias, el 24 de noviembre Trump admitió (otra vez a través de Twitter) que era hora de que la “Administración de Servicios Generales (General Services Administration) hiciera lo que se tuviera que hacer” para empezar la transición, aunque insistió que continuará luchando.

El lunes 30 de noviembre Wisconsin y Arizona, los últimos estados en terminar el recuento, certificaron la estrecha victoria de Biden en ambos, poniendo fin de este modo a los que han sido cuatro años de incertidumbre causada por los constantes cambios de personal, ausencia de liderazgo unido y confrontaciones. Para muchos ciudadanos estadounidenses estas elecciones significaron el regreso a un liderazgo donde el presidente tiene experiencia en política, conocimiento de los problemas que afectan a la población y los anuncios políticos se hacen a través de conferencias de prensa y no Twitter. Joe Biden prometió que trabajaría para unir el país y curar el ánimo de la nación así que ahora tendrá que demostrar su lealtad al pueblo norteamericano. 


Laura Aldabó es graduada de Relaciones Internacionales en la Universidad Blanquerna – Ramon Llull, en Barcelona – Master de Derechos Humanos y Conflictos, Dundee, Escocia.


Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva de los autores y no reflejan necesariamente las de Síntesis Mundial.

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